Soy un pacense enamorado de Alburquerque y de su encantador castillo medieval, uno de los más hermosos y mejor conservados de España. He seguido a través de este periódico la polémica por las obras de la hospedería que Junta y Ayuntamiento quieren hacer en él; ambas administraciones van de la mano a terminar con el encanto de esa fortaleza, a destrozar tanto su imagen exterior como interior.
Con un grupo de amigos y familiares he ido a varias ediciones a la fiesta medieval que Alburquerque celebra en agosto; creo que de las 11 ediciones que lleva hemos asistido al menos a siete. Además, solemos ir los domingos a enseñar el castillo a otros amigos que no lo conocen y somos fieles devotos de la cocina de ese pueblo. Pienso en los arroces de Las Alcabalas, en los buenos guisos del bar Castillo, las buenas carnes de ese restaurante que está frente a la Cruz de San Blas, cuyo nombre o recuerdo, y por supuesto del restaurante que ha abierto hace poco a los pies del castillo, El Fogón, con su cocina de alto estanding y todo un ejemplo de rehabilitación de una vivienda que no distorsiona en el barrio medieval, sino que se ha integrado como una más al respetar la tipología de las casas de ese barrio. Más de una vez me ha contado su cocinero como le obligaron a adaptarse a la normativa de patrimonio y a derribar parte de lo ya construido.
Sin embargo, lo que pretenden hacer con el castillo no tiene nombre, y creo que va a significar la muerte del turismo en el pueblo. Todos los que vamos a Alburquerque lo hacemos para ver su impresionante castillo, con el que pretenden acabar al construir esas torres de hormigón, esas pasarelas, esas dobles plantas junto al patio de armas y ese túnel para cuya construcción van a derribar tres muros del castillo, entre ellos el de la iglesia románica del interior de la fortaleza.
Yo me pensaría muy seriamente si volver al Festival Medieval y a Alburquerque por no morirme de pena al ver el castillo convertido en algo insustancial, con un torre de hormigón equivalente a un edificio de 14 plantas delante de la fortaleza. Creo que eso va a crear una imagen negativa del castillo y de Alburquerque a los turistas.
La hospedería pueden hacerla sin obras exteriores y respetando la imagen interior del castillo, aunque para ello hagan menos habitaciones, o bien pueden construirla en otro edificio del pueblo, que tiene muchos palacios abandonados. De hecho, ninguna hospedería de la Junta de Extremadura está construida en un castillo.
A los de la Plataforma opuesta a esas obras les animo a que sigan luchando y que vengan a Badajoz, donde pueden recoger miles de firmas, ya que con toda la gente con la que uno habla está en contra de ese atentado brutal contra el mágico castillo de Luna.
PEDRO JOSÉ GUILLÉN PARDO/BADAJOZ
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